Las primeras incursiones datadas al Kilimanjaro corresponden a las expediciones del Barón Klaus von der Decken y a Richard Thornton que en 1862 consiguen llegar hasta los 4.300 metros de altura. En la misma línea, el británico Joseph Thomson visitó la zona en 1863 y según su propio relato alcanzó los 2.700 m.
Tras ésta primera etapa de exploración, en 1887, tienen lugar dos intentos reales de coronar la cima del Kilimanjaro. Ese año Count Sámuel Teleki, un explorador húngaro, lleva a cabo la primera tentativa llegando por primera vez hasta la línea de nieves a casi 5.000 m de altitud, donde la inexpugnable pared glaciar le hace dar la vuelta.
El segundo intento de 1887 vino de la mano del geógrafo alemán Hans Meyer y el Barón Von Eberstein que trataron de ganar la cumbre siguiendo la misma ruta de Teleki y llegando en esta ocasión hasta los 5.400 m. La gruesa capa de nieve, las paredes de hielo de 30 metros y el mal de altura que sufrió el barón hicieron fracasar también esta tentativa.
La incursión permitió que Meyer pudiera observar detenidamente el cráter principal del Kilimanjaro, el monte Kibo, desde la zona de meseta conocida como The Saddle evaluando las características de la zona y las posibilidades de ascenso. Estas observaciones le sirvieron para comprobar como el hielo descendía en continuo desde el borde del cráter y que por tanto sería necesario escalar todo el glaciar para llegar a coronar la cima.
Aunque en 1888 Hans Meyer regresó a la zona no sería hasta un año más tarde en 1889 cuando, acompañado por el alpinista Ludwig Purtscheller y un grupo de apoyo bien organizado, regresa decidido a conquistar el pico. Los escaladores con el más moderno equipo de la época establecieron un campo base a 4.300 metros al que los porteadores traían alimentos frescos de Marangu. En este nuevo intento cuentan también con la ayuda de un guía local, el miembro de la tribu Chagga Yohana Lauwo.
Las verticales paredes de la cara Norte del cráter Kibo y el flujo de hielo de la cara Sur aconsejaron intentar el ascenso por la ladera Sureste, a través del Glaciar Ratzel. A pesar de que esta zona no era tan empinada como las paredes encontradas por Meyer en el anterior intento, su inclinación nunca fue inferior a 35 grados y la subida fue lenta e inmensamente trabajosa. Tras varias horas de ascensión los aventureros llegaron al borde del cráter pudiendo ver la cima de la montaña a solo 150 metros por encima de ellos y avistando por primera el cráter Reusch, interior a Kibo, que hasta el momento jamás había sido observado.
Finalmente la cima del Kilimanjaro sería alcanzada tres días después, el 6 de octubre de 1889, por Hans Meyer, Ludwig Purtscheller y Yohana Lawdo en ascensión continuada desde su campo base a 4.300 metros de altitud, siguiendo el camino que ellos mismos habían abierto días antes y convirtiéndose así en las primeras personas en poner un pie en el punto más alto de África a 5.895 m.
Más de veinte años después de esta primera ascensión, en 1912 se construirían los primeros refugios de Mandara y Horombo y quedaría establecido el camino de ascensión desde Marangu, de la mano del German Kilimanjaro Mountain Club.
Referencias: http://www.ntz.info/gen/n00295.html
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